DÍA INTERNACIONAL DE LOS ARCHIVOS
ALGUNAS NOTAS SOBRE EL ARCHIVO
PARROQUIAL DE ARCHIDONA
Es
el hombre vivo lo que hay que
buscar bajo el polvo de los archivos
y en el
silencio de los museos
Georges Duby
Cada año, desde el 2007, se celebra
el día 9 de junio el Día Internacional
de los Archivos con el propósito de promover
la conservación y gestión del patrimonio documental que custodian,
destacando el valor de estas instituciones como depositarias de la memoria
de los pueblos.
Con
motivo de esta efeméride, el pasado año, la Revista Rayya dedicó unas notas a
la formación de uno de los archivos que integran el rico acervo documental
archidonés, el Archivo Histórico Municipal; ahora, como continuación de esta
secuencia, le toca el turno a nuestro extrañado Archivo Histórico Parroquial de
Santa Ana, que, paradójicamente, ya no se encuentra en el pueblo que lo creó,
acrecentó, custodió y respetó durante 500 años.
De
manera subrepticia, hace una docena de años, sus libros partieron, mediante un
procedimiento tal vez legal, pero escasamente correcto, para integrarse en el
Archivo Diocesano de la capital malacitana, lejos de los protagonistas de sus
viejos folios. No cabe duda de que los archivos parroquiales son archivos
privados, pues pertenecen a la Iglesia Católica y, por tanto, puede disponer de
ellos; pero esto no debió ser impedimento para que los fondos archivísticos del
parroquial de Santa Ana hubieran continuado, de alguna manera, formando parte
del patrimonio documental del pueblo en el que habían permanecido durante siglos,
ya fuera mediante un acuerdo entre Obispado de Málaga, Ayuntamiento y clero de
Archidona, como el suscrito en el caso de Antequera; o, como mal menor, dejando
depositada una copia digitalizada de los fondos documentales eclesiásticos en
el Archivo Histórico Municipal de Archidona para su consulta por los
investigadores.
El
origen de la parroquia archidonesa data, oficialmente, del año 1505, cuando el
arzobispo de Sevilla, fray Diego de Deza, llevó a cabo la ordenación parroquial
de la diócesis malacitana. En ella se menciona por primera vez la parroquia de
Santa María de Archidona, erigida sobre la mezquita de la fortaleza
archidonesa. Cinco años después, el prelado Diego Ramírez de Villaescusa
reformó la anterior erección parroquial y Archidona pasó a tener dos sedes para
su parroquia: la antigua de Santa María y la recién creada nueva iglesia
"sub urbis", situada en la nueva población de la Villa Baja o
Arrabal. Fue esta nueva parroquia, bajo la advocación de Santa Ana, la que debió
de acoger el primer archivo parroquial de Archidona, producto de la documentación generada por la relación del
párroco con sus feligreses, con las autoridades religiosas y con las civiles.
La
formación de los archivos parroquiales quedó institucionalizada en la obra legislativa
del concilio de Trento (Decreto 11-XI-1563, sección 24), en el que se
estableció la obligación de los párrocos de anotar y custodiar diligentemente
todos los libros que fuesen necesarios para dejar constancia del ejercicio de
su ministerio: impartición de los sacramentos del bautismo y del matrimonio, de
los entierros (a partir de 1614) y del cumplimiento pascual; al tiempo que se
les exigía llevar una estricta contabilidad de las rentas que permitían el
sostenimiento de la parroquia. Los archivos parroquiales, por tanto, presentan
una variada tipología documental, pero son los libros sacramentales los que forman
la serie más relevante.
Estas
disposiciones tuvieron efecto en nuestro país a partir de la promulgación de la
Real Cédula de 12 de julio de 1564 dada por Felipe II; aunque ya algunas parroquias
se habían adelantado en la aplicación de las normas tridentinas, como la parroquia
de Santa Ana de Archidona, en la que venía siendo práctica habitual, desde
hacía algunos años, el registro continuado de los bautizados y de los casados
en la villa.
El
primer Libro de Bautismos, o de Bautizados, de Santa Ana es el más antiguo de
los que se conservan en toda la provincia de Málaga. Empiezan las anotaciones
el 26 de febrero 1517 y continúan hasta el año 1532, registrándose, en sus 153
folios, 1243 bautizos. Es una valiosísima
fuente de información para conocer los primeros nombres y apellidos
archidoneses, sus oficios, posición social y su ascendencia cristiano vieja o
morisca.
Primera hoja del Libro 1º de
Bautizos, en la que aparece la siguiente cabecera: “LIBRO P (roto) en que se an de escrevir todas (las) /criaturas que se
baptiza/ren deste año de mil e /quinientos y de/zisiete años /en esta villa /de
Archido/na. /PRIMERO. Foto cedida por Alberto Castro Tirado.
Completan
los iniciales registros sacramentales: el primer Libro de Matrimonios, también
llamado Libro de Casados o Velados (1563-1587) y el Libro de Colecturía (1582-1590),
también llamado Libro de Testamentos y Misas.
Hoja con los primeros registros del
Libro 1º de Matrimonios, comienza así: Miercoles
19 de enero de 1563 años, desposo y /velo el presente Lucas de Valençuela,
cura, a Pedro /de Molina, hijo de Pedro de Molina y de Costanza /Gomez, su
mujer, y a Maria de Navas, hija de Miguel de /Navas y de Catalina Fernandez, su
mujer. Padrinos Mi/guel de Navas y su mujer Ynes Gonçalez. Testigos Juan San/chez
y Françisco de Avila. (Firmado) Lucas
de Valençuela. Foto cedida por Alberto Castro Tirado.
Además
de los libros sacramentales, otros antiguos documentos integran los valiosos fondos
del Archivo: Índices, libros de Fábrica, de Capellanías, de Visitas Pastorales,
de Confirmaciones, así como documentación diversa de cofradías, hermandades y
asociaciones religiosas, de patronatos y fundaciones, etc.
El
cumplimiento de los cánones de Trento con respecto a los registros parroquiales
no significaba que su guarda y custodia se llevara con el orden conveniente,
siendo frecuentes las pérdidas de documentos sobre los que se sustentaba la
vida de la feligresía.
Por
ello, y para evitar el daño que estos extravíos ocasionaban a las iglesias, el
obispo de Málaga, García de Haro dictó en el año 1588 unas Reglas para la
formación de archivos y custodia de papeles de las parroquias del Obispado, que
ponían la base de la organización de los archivos parroquiales. Según el
anterior decreto, cada parroquia debía tener:
un archivo que es un caxon de madera
queste con sus pies alto del suelo, de la capaçidad que pareçiere que conviene
y que tenga tres apartados a manera de caxas que se çierre todo el caxon como
escritorio con una tabla, el qual dicho caxon tenga dos llaves diferentes y
tenga la una llave( ... ) el beneficiado mas antiguo y la otra el mayordomo de
la tal yglesia y el dicho archivo se ponga en la parte de la sacristía de la
yglesia donde este bien guardado
Desconocemos
si el archivo parroquial de Archidona cumplió las normas tal y como aparecen
recogidas en el decreto, pero si podemos afirmar que en la iglesia de Santa Ana
existió una habitación destinada a tal cometido, en la que en un gran armario
de madera se guardaban los libros y escrituras parroquiales. Esta habitación, a
la que se accede en la actualidad por unas puertas con bellos relieves de los
cuatro evangelistas, era conocida como sala del archivo y albergó sus fondos
documentales hasta los años sesenta del pasado siglo, para trasladarse entonces
a la casa parroquial, sita en Calle de la Plaza o de D. Carlos, en dónde han
permanecido depositados hasta su partida para el Archivo Diocesano.
Desde Rayya. Revista de investigación sobre la historia y el patrimonio de Archidona y la comarca Nororiental de Málaga os invitamos a conocer y a apreciar el valor de nuestros Archivos y a perseverar en el compromiso de conservarlos y protegerlos.