lunes, 26 de mayo de 2025

Colaboraciones

 PRESENTACIÓN DEL NUEVO POEMARIO DE JOSÉ LUIS NUEVO

El pasado 10 de mayo, y dentro de la programación de la 27.ª Feria del Libro de Archidona, se presentó, en la Biblioteca Pública Municipal “Dr. Ricardo Conejo Ramilo”, un nuevo libro de poemas de José Luis Nuevo Ábalos, asiduo colaborador con Rayya, titulado “Las tijeras del gran impostor”.

Asistieron al acto, el concejal de Cultura, Pablo Garrido, vecinos, amigos y familiares de José Luis; que pudieron disfrutar con la lectura, por parte del autor, de algunos de sus poemas y deleitarse con la interpretación musical del guitarrista Ignacio Ábalos.

Fue su hermano Jesús el encargado de presentar al autor y a su obra y lo hizo de una forma muy personal, alejada de todo academicismo, pero llena de sensibilidad, ternura y  admiración, bajo la atenta protección de un entrañable hermano mayor.

Imagen: Alejandro Sánchez del Olmo

Buenos días. Me llamo Jesús Nuevo, y soy hermano de José Luis Nuevo Ábalos, que es hoy el protagonista de esta presentación para con este bonito poemario, que voy brevemente a presentaros. Mis palabras no están ligadas al estudio erudito de los poemas, nada más lejano, pero sí a lo que me dicta el corazón, y con el que quiero llegar a todos y todas de vosotras.

 

Hoy hermano, quiero acompañarte en esta presentación. Expresarte el amor que te tengo y el orgullo de ver y sentir hasta donde has llegado, a base de tu trabajo, paciente y delicado. Aunque la sangre se coloca como un precepto en la relación, y desde pequeños se nos inocula este mandato, es el respeto que nos hemos tenido en el grupo familiar al que pertenecemos, el que me hace sentir esa sensación de orgullo. Yo te llamo mi hermano emocional, pues contigo comparto algo más que la biología, o unos padres y hermanos que nos acompañaron y que nos acompañan en esta aventura del vivir día a día.

 

Ahora quisiera comentaros algunos datos de nuestra biografía común. Comenzamos cuando yo tengo casi 5 años y viene al mundo aquel niño rubio, a una familia que cuando repaso las fotos y llamo a la memoria, me dice que es deseado y trae bajo su brazo alegría, pues aporta algo totalmente nuevo, que siento que nadie esperaba. En casa, todos nosotros y nosotras sus hermanas y hermanos, hablamos de él, con la connotación de que era diferente. Achacábamos esa diferencia a algo en lo que resultaba singular y que le daba ese matiz. Nació en primavera, ya casi verano y eso es todo un festín para celebrar fuera de ese frío y de esas toses, resfriados y oscuridades que da el invierno donde fuimos a nacer todos los demás.

 

Hay en él, dos cosas de las que quiero contaros algo: Desde que pudo controlar sus manos, éstas se convirtieron en algo más que su instrumento.


Mi madre lo desalentaba comparándolo a un tío suyo, el cual hizo de sus manos un modo para sobrevivir. Le decía: “Compongo, descompongo y arreglo máquinas”. En los años 60, realizar algo con las manos sólo tenía un valor mecánico. Poner en tus manos aquello que tienes en tu cabeza, no estaba muy bien visto. Pero José Luis, quiso y con el tiempo va más lejos. Pinta, graba y realiza montajes, en los que se cuela su imaginación. Colorea los lienzos, los objetos, dando un toque singular a sus obras. De esa descomposición, sale un fruto nuevo.

 

Disfruto cuando despierto en las mañanas y veo en mi cuarto un cuadro que contiene un peral multicolor, sin simetrías, en el que las peras lo cargan casi hasta el infinito.

 

La segunda cosa que quiero contaros y que se ha convertido en otra de sus habilidades, es para mí, el recuerdo del uso, construcción y todo cuanto se pueda hacer con las palabras. Palabras que empezó a amar, cuando la naturaleza le dotó de un frenillo, que le impedía pronunciar correctamente la “r”. Fantaseo que, a partir de aquí, comenzó a buscar la etimología, la etiología, la semántica del uso de esta lengua que nos comunica.

 

Y lo recuerdo escribiendo en nuestro cuarto de estudios, no inventando palabras, sino encajándolas para que dijeran y hablaran de historias, de justicia social, de amor. Era, es y así lo siento, como un obrero de la palabra. A base de pico y pala, sobre las palabras, le dio y da sentido a su vida.

 

Pasó del instituto, al magisterio, escribiendo en aquella revista de hojas de colores que se llamó: “El Cao”. Como aquel lugar donde a base de palabras las mujeres de este pueblo, lavaban la ropa con palabras de amor, de historias familiares, de sueños. Aún queda un retazo de esta revista en forma de mosaico en el callejón de la plaza, frente al mercado.


Inquieto, pintando, escribiendo, fue más allá, hasta licenciarse en las mal llamadas lenguas muertas, de las que llegó a doctorarse por la Universidad de Sevilla. Mi memoria me habla de su entusiasmo, y su querer contagiarme por el sarampión de ese conocimiento. Me prestaba libros de texto para que yo aprendiera latín, y entendiera mejor esas palabras, leyendo en su lengua de origen aquellos libros que son la raíz de tantos otros que hoy divierten, o enriquecen, y que nos rodean en esta biblioteca.

 

Y así, con ese trabajo de hormiguita ha ido construyendo una bibliografía que ha pasado de tener un componente cognoscitivo amplio, a otro más emocional.

 

Me recuerdo con él paseando por la vega, y hablándome de sus visitas al Archivo de Indias, para encontrar información para otros, que necesitaban esas palabras para probar su partida a las Américas. Y de su búsqueda de Cabello de Balboa (su descubridor preferido) y novelar su aventura. También de otros archidoneses, desconocidos para una gran mayoría de nosotros, pero que ocuparon un lugar que aún nadie reconoce, y que tuvieron su sitio en la historia de otros pueblos, y que aún permanecen ocultos para la mayoría de nosotros.

Tampoco puedo olvidar las historias sobre el arte de hacer papel y como distinguir su origen, haciendo sobre él marcas, que hablaban de dónde venía y quien lo procesaba. De los monopolios y de las fábricas, molinos y batanes que nada tienen que ver con nuestras actuales celulosas. De su manufactura que hoy sería todo un ejemplo, reciclando trapos y papeles viejos. Trabajo por el que fue recompensado con un premio a la investigación. Papel, al que también da un hueco en su poemario cuando nos dice en uno de sus versos:


Imagen: Alejandro Sánchez del Olmo

“Escrito está en la barba / del papel siempre eterno, / sin pregunta ni respuesta.”


Palabras también en los lenguajes de los objetos que nos han sido frecuentes y que permanecen invisibles para nuestros ojos, como la pila bautismal de la Virgen o cada uno de los cuerpos que conforman la torre de las Mínimas.


Y así llego de la razón, al corazón, por sus poemarios que son libros de historia cotidiana como el que dedicó a nuestra casa materna: “Bar Casa Víctor”. Y este: “Las tijeras del gran impostor”. Donde poemas serenos y de madurez, nos hablan de la intimidad de sus sentimientos, de ese: “Conócete a ti mismo”. Dividido en tres cuadernos, que son colores y elementos, y que comienza hablando de esa impostura con la que juega el tiempo. Entonces nos dice:

 

“hoy he cogido al tiempo / con mis manos limpias.”

 

En ese tiempo donde la soledad se hace presente, sin perturbarle, para poder decir:

 

“y veáis en el silencio de la soledad / cómo caen los copos de la vida / lentamente sobre los hogares,”.

 

Soledad a la que quiere trascender, manifestando:

 

“No tengo angustia en el bolsillo, / pero me fumo las húmedas palabras / para encontrar el centro del ser.”

 

Y a la que se enfrenta, increpándole:


“Hoy, soledad, te busqué / entre multitud de muertos, y no estabas, no estabas.”

 

Porque sólo el que vive en el tiempo presente se vuelve verdaderamente lúcido, para crear, y para decirnos:

 

“Sentado   a   la   mesa  redonda  /   me   encuentro  yo,   solitario,  / pensativo, la luz azul, fría, / sobre el papel yerto.”

 

Imagen: Alejandro Sánchez del Olmo


Descubriendo el secreto como una canción que canta:

  

“Descubrir la palabra precisa, / que delimite las cosas el secreto, / ha sido el afán de elegidos y alucinados.”

 

Y permitirme que acabe no con la muerte plañidera y quejosa, sino con la reivindicación del amor hacia aquella prima nuestra que se fue y de la que me emociona el recordarla, con este verso:

 

“Tus amores insolentes y malvados / te embriagan de mentiras y besos, / y el fuego de los cigarrillos negros / quemaba la fugaz pasión.”

 

Y para mi todo está bien y ahora os dejo con la música y la palabra. Dicen que la música nos educa en la espera, en el tiempo de la víspera, en el resonar con el otro. Es por eso que no está tan alejada de esta obra que nos adentra en una singular pedagogía del tiempo: Las tijeras del gran impostor.

 

La música la pone nuestro primo Ignacio. Otro maestro y amante, en este caso de la guitarra. Alguien que también desde mucho tiempo atrás supo tolerar la soledad, y esperar a través de este arte, la Música, encontrar un destino que hizo suyo, y convertirse en lo que hoy es.

Gracias.

domingo, 11 de mayo de 2025

Fecha de recepción de artículos para el número 21 de la Revista Rayya

Queda abierto el plazo para la recepción de originales, artículos, para el próximo número de Rayya, el 21, que concluirá, D.m., el próximo día 15 de septiembre de 2025 a las 23:59 horas.

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Los artículos y materiales para publicación pueden remitirse a la siguiente dirección postal: Biblioteca Pública “Dr. Ricardo Conejo Ramilo” C/ Carrera, n.º 1. 29300 Archidona (Málaga) o enviarse a estos correos electrónicos: revistarayya@gmail.com y biblioteca@archidona.es.

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