A todos los que seguís este blog, a todos los que colaboráis con vuestros artículos de investigación, se informa desde el equipo de redacción que el próximo lunes 2 de septiembre se acaba el plazo de recepción de artículos para Rayya número 15, 2019, 2ª época.
viernes, 30 de agosto de 2019
miércoles, 28 de agosto de 2019
In Memoriam Emilia Lara
El consejo de redacción se une a Juan Luis Espejo, director de Rayya, en estos momentos tan difíciles.
sábado, 24 de agosto de 2019
Portadas
En el año 2007 se publica el número 3 de la revista Rayya, cuya cubierta se ilustra con las Tablas del Martirio de Santa Úrsula y las Once mil Vírgenes y un Calvario. Maestro Alfián, 1555. Baptisterio de la Iglesia Parroquial de Santa Ana, Archidona.
miércoles, 14 de agosto de 2019
Difusión
Cómo RAYYA, 2ª época, se publicita en REPIQUES: revista oficial de las concejalías de Cultura y Fiestas. ¡Estamos de Feria!
jueves, 8 de agosto de 2019
Historia y Patrimonio en migajas (I)
La
polémica “feria” del año 1791.
Juan Luis Espejo Lara
Desde tiempo inmemorial, a partir
del día 15 de agosto y durante los ocho siguientes, se celebraban en Archidona
fiestas en honor de Nuestra Señora de Gracia, encargándose de su organización
las dos hermandades existentes en la villa bajo su advocación (Labradores y
Esclavos), que porfiaban “porque fueran mas plausibles sus respectivas funciones”.
En estos festejos confluían, por
un lado, las funciones religiosas dedicadas al culto a la Virgen en el día de
la Asunción y, por otro, una serie de “regocijos públicos”,
entre los que destacaban la feria o mercado de
quincallería, platería y comestibles, los “capeos” o lidia de toros y, en
la noche del día 21, los fuegos artificiales o “fuegos de
quemar”, lo que hacía muy exitosa y concurrida dicha celebración cívico religiosa.
Invariablemente, año tras año, la costumbre
y la rutina marcaban el discurrir de la fiesta.
A primeros de agosto del año 1791, sin
embargo, un bando del corregidor y de los dos alcaldes ordinarios iba a suponer
una cesura en el normal desarrollo de los festejos. En dicho edicto, la
autoridad civil ordena el cambio de ubicación de la feria, trasladándola desde
el lugar acostumbrado, el Cantillo Ancho de la calle Carrera, hoy los Cuatro
Cantillos, a la recién terminada Plaza Nueva, actual Plaza Ochavada, y aledaños
.
El emplazamiento de la feria en el
Cantillo Ancho, en una reducida encrucijada de calles, originaba inconvenientes
de todo tipo: desorden y alboroto por la aglomeración de gente y la mezcla
“perjudicial” de hombres y mujeres; daño en el “desempiedro” de las calles al instalar puestos y tenderetes;
incomodo a los vecinos, estorbando la entrada a sus casas y teniendo que soportar
los malos olores y humos causados por los hornillos de las buñoleras; y,
además, excesivo jolgorio que a deshoras de la noche originaba el personal de
ambos sexos con el abuso en el comer y beber, provocando escándalo y
profiriendo “palabras occenas y libres”.
Espacio reducido, concurrencia numerosa,
mezcla de sexos, comida y bebida y nocturnidad propiciaban el alboroto, la
confusión y la inmoralidad; en definitiva, el lugar del Cantillo Ancho
predisponía al desorden; en tanto que la mudanza a la Plaza Nueva y zonas contiguas
suponía un uso racional del flamante espacio octogonal, al tratarse de “sitios espaciosos donde se pueden poner todas las tiendas y evitar la
confusion, desorden y disolucion advertida en el Cantillo”, y una mejor
inspección municipal de la fiesta al encontrarse en dicha plaza las casas capitulares,
símbolo del poder local.
Con esta medida, las autoridades pretendían el
control de una fiesta que, con el paso del tiempo, estaba derivando hacia
formas y comportamientos rayanos en la transgresión que había que corregir: “que se pongan y fixen en dicha Plaza Nueva y de San Judas con orden y
uso de palabras biensonantes, vendiendo al caval y buena calidad sus géneros,
sin causar nota, escándalo ni otro exceso porque si se verifica se les
procesara”.
Auto sobre la feria. Archivo Histórico
Municipal de Archidona, legajo 345, pieza 9.
Pero cualquier variación en la costumbre,
cualquier prohibición, podían generar la oposición e, incluso, el
enfrentamiento del pueblo, reacio a los cambios, con las autoridades civiles y
eclesiásticas, e, incluso, la colisión entre ellas mismas. Entraba en liza la
permanente negociación entre la defensa de la costumbre, por un lado, y la
imposición de las normas, por otro.
El bando de feria de 1791 y el intento de regular
la fiesta por parte de las autoridades concejiles provocó cierto rechazo y
generó un conflicto en el que se debatía algo más que la injerencia de los
munícipes en la fiesta popular; estaban en juego intereses particulares y la pugna
entre facciones y familias locales por el control del poder municipal. Y en
estas circunstancias adquiere un papel protagonista la todopoderosa familia
Checa a la que el pueblo, o parte de él, hace responsable del cambio de emplazamiento
de la feria.
No cabe duda de que el traslado de la
feria a la Plaza Nueva significaba un gran beneficio para algunos miembros del
clan Checa. El Mesón de los Caballeros, hoy Las Cuevas, prestigioso
establecimiento hostelero, era propiedad de don José de Checa Pacheco, juez administrador de la
hacienda del duque de Osuna, que lo cedió, junto a otras casas situadas en la
misma plaza, a su hijo Antonio Luis de Checa, en 1786. Un patrimonio
inmobiliario que le reportaba pingües ingresos con su arrendamiento. Además,
los balcones y ventanas del mesón que miraban a la Plaza proporcionaban a la
familia de don José una privilegiada tribuna desde la que podían disfrutar de
los diferentes actos y funciones públicas que se celebraban en el escenario
ochavado. No cabe la menor duda de que el cambio suponía un negocio lucrativo y
realzaba notoriamente el prestigio de los Checa.
Fuera cierta o no la intromisión de don
José en la decisión municipal del traslado, la animosidad hacia los Checa y
allegados no se hizo esperar. El rechazo se manifiesta en un amenazador pasquín remitido a
todos los miembros del clan por un tal “El duende caritativo”, pretendido representante
popular.
Anónimo “Justicia contra injustos”. Archivo
Díaz de Escovar, legajo 59, pieza 9.
Asimismo, circula por la localidad una
especie de libreto satírico, o “regocijo
de mascaras”, en el que se ridiculiza a cada uno de los integrantes de la
familia y a sus adeptos, a quienes culpan
de haber quitado la feria de la calle Carrera.
Folleto satírico. Archivo Díaz de Escovar, legajo 59, pieza 10
Por el libelo van apareciendo los
distintos personajes, a los que se les adjudica un mote y se les asigna un
disfraz, recitando unas letrillas alusivas a sus vicios y defectos. Encabeza la
parodia, a modo de desfile, don José de Checa, conocido como el Pontífice Anás
(Sumo sacerdote del Sanedrín), apodado “El diablo de Palermo” y disfrazado de
lobo con piel de oveja. Tras el paso del resto de los caballeros ridiculizados,
dos carros trasladan a las damas que soportan parecido escarnio. Todos los
implicados, incluidas las esposas, hijos, parientes y allegados son
caricaturizados de manera burlesca y con descaro. Finaliza el folleto con estas
palabras a modo de acertijo:
Yo soy un duende casero
Que con vosotros estoy
Os hablo y me haceis la
corte
Y no dareis en quien soy
Resulta evidente que el
autor del anónimo titulado “Justicia contra injustos” y del panfleto satírico
“Regocijo de máscaras” es la misma persona, “El duende caritativo”, sujeto
ilustrado y con ciertos conocimientos literarios y, sin duda, enemigo político
de los Checa, que, aprovechando el rechazo al traslado de la feria, se arroga
la representación y el disentir del pueblo para arremeter con inquina contra
sus adversarios.
Años después, la feria
volvió a desplazarse de nuevo al anterior emplazamiento, disponiendo el recinto
en cruz, tomando como centro los Cuatro Cantillos y extendiéndose por las
calles adyacentes hasta la Puerta del Colegio, Placeta y Caños Gordos;
separadas y alejadas, se situaban las buñolerías (Plaza de San Roque) y las
licorerías (Calle de San Juan), focos de indecencia y desenfreno.
El exceso de celo del reformismo festivo y del rigorismo moral por el
estricto control de la fiesta y la diversión hizo que algunos pensadores
ilustrados, como Jovellanos, llegaran a manifestar su pesar: “En los días más solemnes, en vez
de la alegría y bullicio que debieran anunciar el contento de sus moradores,
reina en las calles y plazas una perezosa inacción, un triste silencio que no
se pueden advertir sin admiración y lástima”.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
Garrido Pérez, M. (2014): La Plaza Ochavada de Archidona: pasado y
presente, ADRNORORMA (Asociación para el Desarrollo Rural de la Comarca
Nororiental de Málaga)
Peña Díaz, M. (2014): “Tolerar la
costumbre: Ferias y romerías en el siglo XVIII”, Hispania, vol. LXXIV, nº. 248, 777-806
viernes, 2 de agosto de 2019
Historia y Patrimonio en migajas
Esta entrada tiene como
finalidad dar a conocer, mediante la publicación de documentos y/o textos
cortos, aspectos concretos y puntuales, a modo de retazos o migajas, de la
historia y del patrimonio archidonés, expuestos de manera divulgativa, pero no
exenta de calidad y formalización científica, permitiendo al mismo tiempo
satisfacer la curiosidad local y la consulta académica.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)