lunes, 17 de enero de 2022

Alberto J. Castro-Tirado, colaborador de Rayya, arroja luz sobre uno de los mayores enigmas de la astronomía

Desde Rayya felicitamos a nuestro colaborador Alberto J. Castro-Tirado por su trabajo bien hecho y por una vida dedicada por entero a estudiar las estrellas desde un punto de vista científico.

A continuación, reproducimos la entrevista publicada en Diario Sur el pasado 2 de enero, así como enlaces a la noticia.

El malagueño Castro-Tirado arroja luz sobre uno de los mayores enigmas de la astronomía | Diario Sur

Una estrella de neutrones libera la energía que emite el Sol en 100.000 años (20minutos.es)


Castro-Tirado, astrofísico: «Nadie puede decir que la única vida que existe en el universo es la nuestra»

 

ALBERTO CASTRO-TIRADO ASTROFÍSICO EN EL CSIC

 

«El saber que eres el primer ser humano en ver un determinado fenómeno es una sensación increíble», resalta el científico malagueño

 

MATÍAS STUBER

Domingo, 2 enero 2022, 14:59

 

¿Qué se presta mejor a una pequeña interrupción de la rutina que un viaje imaginario al espacio? Con una pandemia camino de perdurar en el tiempo hasta ya no se sabe bien cuándo, el cielo y lo que pasa más allá de lo que se percibe a simple vista se revela rápidamente en una suerte de escapismo. Como un salvador paseo al universo sienta también un encuentro con el astrofísico Alberto Castro-Tirado (Málaga, 1966). «Si apuntas a las estrellas, por lo menos, llegas a la Luna», dice mientras levanta la mirada para arriba.

La cita es en la terraza que bordea la redacción del periódico y el pretexto no es otro que indagar en todo lo que apela a la astronomía. Desde su relación con la religión, pasando por los enigmas que aún quedan por resolver y abordando las probabilidades de que exista vida extraterrestre.

Las imágenes que se forman en la cabeza mientras se atiende a las explicaciones y puntualizaciones que va colocando Castro-Tirado son de gran belleza. De alguna manera, este malagueño evoca al astrónomo americano Carl Sagan, un referente a la hora de alimentar la 'Wanderlust' del ser humano hacia los lugares más lejanos. Durante siglos, se ha permanecido separado de ese milagro llamado cosmos. Pero la tecnología y sus avances demuestran que ahora se está en condiciones de achicar la hendidura.

Un libro para descifrar las constelaciones estelares y un pequeño telescopio a los trece años, regalos de sus padres sufragados con mucho sacrificio. Pocas veces una inversión habrá sido más rentable. La vida de Castro-Tirado se ha vuelto un poco más estresante desde que ha publicado un artículo revelador sobre los magnetares, unas estrellas de neutrones extraordinarias, en la revista Nature, que es la biblia para los científicos. En estos momentos, señala, se alegra aún más de no tener WhatsApp. ¿Qué ve usted cuando mira al cielo que no ve el resto? «La insignificancia del ser humano y lo cambiante del universo», anticipa.

–Es astrofísico, una profesión poco común. Cuando no quiere hablar mucho dice que es físico y cuando le apetece charlar dice que es astrónomo. ¿La cosa funciona así?

–Podría ser. Si dices que eres físico siempre queda como algo un poco lejano y la gente ya no se atreve a preguntarte mucho. Si dices que eres astrónomo lo relacionan con la astronomía y se animan más. También me pasa que me cuestionan sobre cartas astrales, claro.

–¿Cómo ha cambiado su vida desde que tiene una entrada en la Wikipedia?

–En nada. No sé quién la ha hecho. Yo seguro que no. Entre otras cosas porque no se pueden hacer autoentradas. Para mí es algo anecdótico. Sigo siendo el mismo niño de trece años que, simplemente, ha podido cumplir su sueño.

–¿Todavía se acuerda del momento en el que sintió que la física era su pasión?

–La astronomía, más bien. La astronomía fue la pasión. Mirar hacia arriba y ver las estrellas. El intentar saber más de ellas. Te hablo de una época, los años 80, cuando la contaminación lumínica en Málaga no era tan altísima como ahora. Desde mi casa se veían muchas más estrellas de las que se ven hoy. Me compré un libro para identificar las constelaciones y eso dio pie luego a pedirle a mis padres un pequeño telescopio.

–¿Entonces podríamos decir que la física solo era el medio para alcanzar una finalidad?

–Correcto. Para investigar el universo, hay dos opciones: o haces astrofísica o haces matemáticas. Aunque para aprender los procesos que gobiernan en el universo, la física es más útil. Las matemáticas son más bien para el cálculo de órbita, eso que llamamos astronomía de posición.

–¿Alguna vez soñó con ser el capitán Picard de 'Star Trek'?

–Realmente, no. Con lo que soñaba era con investigar el cosmos, descubrir algunos de sus misterios y aportar algo al conocimiento humano. Creo que es importante para saber dónde estamos, dónde nos situamos y para responder a preguntas básicas de la existencia: ¿Qué hacemos aquí?

–¿Qué ve usted cuando mira al cielo que no ven otras personas?

–La insignificancia del ser humano, por un lado. Por otro, lo cambiante y lo variable que es el universo. La cantidad de fenómenos que se pueden detectar. Y, también, aquellos interrogantes que aún tenemos que resolver, que son muchos. ¿Qué constituye la materia oscura? ¿Qué es la energía oscura? Sabemos que son los mayores ingredientes del universo, pero los desconocemos.

–¿Cómo es su relación con la ciencia? ¿Cree que debe ser aséptica o puede ser también emocional?

–Yo creo que debe ser una combinación de ambas. Por un lado, tienes que ser muy objetivo para estar seguro de los pasos que estás dando. Tienes que despojarte de la subjetividad que existe en otras parcelas del ser humano, aunque sea difícil. Pero también hay que ser pasional. Tener la pasión por descubrir. El saber que, probablemente, seas el primero en ver un determinado fenómeno es una sensación increíble. Me pasó en 1992, cuando en la Península de Crimea registramos el nacimiento de la luz que estaba emitiendo el que luego se descubrió como el agujero negro más masivo de la Vía Láctea.

–Usted es considerado como una de las grandes eminencias en el campo de la astronomía. Sin embargo, se prodiga poco cara al público. ¿Teme a la vanidad?

–Yo no me considero una eminencia. Me considero un científico muy trabajador, eso sí. Muy constante, perseguidor de sus objetivos. Siempre me digo que hay que apuntar a las estrellas. Si apuntas a las estrellas, por lo menos, llegas a la Luna. En la vida hay que plantearse metas y objetivos. Algunos se pueden alcanzar. En otros, al menos, intenta quedarte cerca. Respecto a la vanidad tengo que decir que he visto de todo. He conocido a premios Nobel que son personas muy sencillas y conozco a personas que, sin ser nada de eso, se jactan como si lo fueran.

–Vanidad no le falta a personajes como Elon Musk o Jeff Bezos, referencias de aquello que se llama turbocapitalismo. ¿Cómo valora usted la participación de estos multimillonarios en la carrera espacial y el enfoque de negocio que le imprimen?

–En estos momentos hay una carrera, digamos privada, como la que hubo en su día entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Esta conquista está enfocada al turismo espacial. Personalmente, creo que esa competición es buena porque está abaratando costos. Gracias a esas inyecciones de capital privado se está acelerando la exploración espacial. Claro que estos millonarios buscan negocio. Pero también quiero creer que están invirtiendo parte de sus recursos en pos de los avances de la humanidad.

–¿Qué podemos esperar del telescopio James Webb, que ya está en órbita?

–Una cantidad de descubrimientos fundamentales. Nos permitirá investigar el universo lejano. Tiene un diámetro de seis metros y medio, que es tres veces mayor que el telescopio Hubble. Está optimizado para estudiar el universo en lo que es el rango infrarrojo, que es el rango que nos deja desentrañar objetos que están muy enmascarados en densas nubes de polvo. Por otro lado, también nos dejará ver esos objetos muy muy lejanos. Hablo de galaxias que se formaron poco tiempo después de la gran explosión, el 'Big Bang'. Vamos a poder profundizar en el cosmos y estudiar esos objetos primordiales que, con su fusión, dieron lugar a las primeras galaxias.

–El sistema solar parece tranquilo. ¿Pasan más cosas de lo que parece?

–El sistema solar lo conocemos relativamente bien. Son ocho planetas que lo conforman. Desde Mercurio hasta Neptuno. Luego está Plutón, que fue relegado a la segunda división de los planetas. Se convirtió en lo que se conoce como planeta enano y representa una clase de miles de objetos que están a la órbita de Plutón y más lejos de él. Y todavía hay muchos objetos que desconocemos, así que claro que pasan muchas cosas en el sistema solar.

–¿El universo es eterno o tiene una edad?

–El universo tiene una edad. Eso lo sabemos bien. Ocurrió la gran explosión, el llamado 'Big Bang'. Dio origen a nuestro universo hace unos 13.700 millones de años. La gran duda está en si el universo es oscilante. Es decir, si hay una serie de expansiones y contracciones continuas. Aunque los datos apuntan a una expansión indefinida.

–Si el universo tiene una edad, también significa que tiene su propia historia.

–Sin duda, claro. ¿Pero quién ha registrado esa historia? Esa historia está en las huellas que nos ha dejado el universo. La más antigua que tenemos ahora mismo es la radiación de fondo de microondas, que se produjo unos 300.000 años después de la gran explosión. A partir de ahí, de algún modo, conocemos el devenir del universo. Pero antes de esa fecha, prácticamente, no tenemos información. Hay algunas teorías que apuntan a lo que pasó, ya está. La gran pregunta, sin embargo, no es el qué sabemos de nuestro universo sino si hay más. Si hay más universos más allá del nuestro. Los llamados multiversos.

–Habla de teorías que apuntan a lo que pasó y nombra el 'Big Bang'. El astrónomo británico Fred Hoyle, todavía en los años 60, se reía del 'Big Bang'.

–Él promulgaba la teoría de la creación continua de materia de la nada. Hoy día, muy pocos científicos apuntalan esa teoría. Hay pocas dudas ya sobre la teoría de la gran explosión, que todo lo que existe en el universo estaba concentrado en un punto de densidad infinita. Y que, por alguna razón que desconocemos, surgió una fase de expansión enorme.

–Edwin Hubble dijo en 1929 que las galaxias se alejan más de nosotros en la medida que están más lejos. ¿Podemos concluir que el desarrollo del universo siempre ha sido controvertido?

–La ciencia radica en eso. Un grupo de teóricos elabora modelos y hace predicciones de lo que se debe encontrar en los años venideros para corroborar sus teorías. Y hay otro grupo de astrónomos observacionales que se encargan de ir recopilando datos para contrastar esas predicciones. Entonces, algunas teorías sí tienen fundamento y se ha comprobado que son ciertas. Por ejemplo, la existencia de los agujeros negros o de las estrellas de neutrones. Muchas veces tienen que pasar décadas hasta que se pueda validar una teoría. Luego hay otras, como la mencionada de Fred Hoyle, que no se pueden apuntalar.

–Albert Einstein también quiso ver un universo estático. Es decir, uno que existía desde siempre y que nunca ha cambiado.

–Einstein incluso determinó que tenía que existir una constante lambda para sus ecuaciones, que de algún modo él decía que no podía estar ahí, y que luego se ha visto que eso tenía que ser la energía del vacío. Es la energía que hoy día llamamos energía oscura, que es la que inunda el universo. Ese gran pie cósmico que está apretando el acelerador y hace que todos los objetos del universo se estén alejando.

–¿Cómo ha influido la teoría de la relatividad de Einstein en la astronomía? ¿Cree que ha sido una bendición o un lastre?

–Una bendición, sin duda. Nos ha permitido entender muchísimos fenómenos. Por ejemplo, la física de lo que ocurre en las inmediaciones de los agujeros negros no se comprende sin la teoría de la relatividad. Einstein, sin duda, ha sido el mayor científico de todos los tiempos.

–Para usted, ¿la existencia humana está directamente relacionada con el universo?

–La existencia humana se enmarca dentro del universo. Estamos todos a bordo de una gigantesca nave espacial que se llama Tierra, dando vueltas al Sol. Esta nave se mueve conjuntamente, con los otros planetas, alrededor de nuestra galaxia. Y nuestra galaxia es una de las dos billones que hay en el universo.

–Cuando usted mira al cielo ¿también piensa quién nos mira desde ahí arriba a nosotros?

–Es inevitable pensar en eso. Igual que nosotros observamos el firmamento y encontramos planetas que orbitan en una estrella diferente al Sol (exoplanetas), ¿por qué no puede haber astrónomos de otras civilizaciones que estén haciendo lo mismo?

–Parece que cree en la existencia de vida extraterrestre.

–La existencia de vida extraterrestre, yo creo que los científicos no la podemos negar. Sería como decir que somos los únicos que estamos aquí. Hemos descubierto unos 4.800 planetas extrasolares en estrellas relativamente cercanas a nosotros. De esos, seguro que algunos están en lo que llamamos zonas de habitabilidad, con el agua y la presión adecuada para que exista vida. Me niego a decir que somos los únicos.

–¿Sabe que hace algunos siglos hubiera acabado en la hoguera con esa argumentación, probablemente, demasiado impía?

–Puede ser. Evidentemente, hubo épocas muy oscurantistas. Cualquier cosa que se salía de la inmutabilidad del universo y de que la Tierra no era el centro era motivo para perder la vida. Hoy día, nadie se atreve a decir que somos el centro del universo. Por esa misma razón, nadie puede decir que la única vida que existe en el universo es la nuestra. Yo creo que hay vida en otros puntos. Cosa distinta es que hayamos tomado contacto o ellos con nosotros. Decir que solo existe vida en la Tierra es muy pretencioso.

–Ninguna ciencia ha rozado tanto con la religión como la astronomía. ¿Cuál es su relación con la religión?

–Yo opino que ciencia y fe no son excluyentes. Cada una tiene sus ámbitos. El ser humano es insignificante y solo tiene sentido dentro de este universo. Las preguntas básicas de qué hacemos, por qué estamos aquí y hacia dónde vamos. Yo estas preguntas las enmarco dentro de que el universo y, posiblemente otros universos, forman parte de un todo que responde a algo. Para los que somos creyentes, tenemos en el fondo de detrás a un creador. Otros físicos lo ven como una fluctuación cuántica del vacío. Pienso que eso le quita algo al sentido de la trascendencia del ser humano. Pongamos el origen último del universo o del conjunto de todos los universos. Simplemente, creo que no vamos a poder averiguar nunca con fundamentos científicos qué hay más allá. Y ahí tengo mis creencias arraigadas y sí veo la figura de algo... de un creador. Lo llamemos como lo llamemos.

–Pero en la ciencia se valoran y se aprecian los datos. ¿Qué datos se pueden ofrecer sobre la existencia de Dios?

–Yo no puedo ofrecer ningún dato más allá de que no podemos ofrecer ningún dato sobre el origen último del universo. Ni yo ni otros colegas científicos nos creemos que seamos producto de una fluctuación cuántica, que es la teoría que apuntalan los que descartan la intervención de otro ente en la creación del universo.

–Hablemos de las estrellas. ¿Hay estrellas jóvenes y estrellas viejas?

–Claro. Hay estrellas masivas y estrellas menos masivas. Las menos masivas, como puede ser el Sol, viven mucho. Las más masivas viven mucho menos. El Sol, por ejemplo, va a vivir unos 9. 000 millones de años. Ahora mismo estamos a mitad de su vida. Una estrella del orden de unas 20 veces la masa del Sol vive mil veces menos. Muchas estrellas masivas que se crearon en el universo ya han muerto.

–¿Cómo se distinguen?

–Si estuvieran a la misma distancia, las estrellas menos masivas serían más débiles y las masivas serían más brillantes. El color es una pista. Dependiendo de la edad, pueden ser desde azuladas a rojizas. Las rojizas son más viejas y las azuladas son más jóvenes.

–¿Cuál es su estrella favorita?

–Me llama mucho la atención la estrella alfa de la constelación del escorpión, que se llama Antares. Es una supergigante roja que está a unos 400 años luz de nosotros. Aunque yo no defienda la astrología, la constelación asociada a mi nacimiento es la del escorpión. Tengo que reconocer que es de las más hermosas que se ven en verano en el Cielo Sur.

–¿Por qué brillan las estrellas? ¿O solo brillan aparentemente?

–Lo que brilla aparentemente son los planetas, que reflejan la luz de las estrellas. Igual que la Luna, que refleja la luz del Sol. Las estrellas sí reflejan 'per se' porque en ellas se están fusionando átomos, convirtiendo el hidrógeno en helio. El Sol fusiona un millón de toneladas de hidrógeno por segundo para darnos la luz y el calor que tenemos en la Tierra. Lo que ocurre en las estrellas es un proceso de fusión nuclear.

–¿El número de estrellas va disminuyendo?

–No. Las estrellas siguen naciendo. Nacen en las nubes de hidrógeno densas que hay en nuestra galaxia. También nacen cuando dos galaxias que están atrapadas gravitacionalmente chocan entre sí. Luego hay otro fenómeno, que se llama superburbuja, que ocurre cerca de los agujeros negros que hay en cada galaxia. Esas superburbujas barren el medio y en ese proceso también se crean estrellas.

–¿La contaminación lumínica le roba belleza al cielo?

–Muchísima. Hasta tal punto que los jóvenes no saben ni han visto la belleza de la Vía Láctea en una noche sin Luna. El espectáculo del cielo estrellado es uno de los más grandiosos que se puede ver.

–¿Para ver la Vía Láctea y maravillarse hay algún punto en la provincia de Málaga que usted recomendaría?

–El Torcal de Antequera es un muy buen emplazamiento. Aunque no es el cielo más oscuro que se puede ver. Para eso, hay que irse a sitios más remotos. La Sierra de Cazorla o la Sierra de Baza, por ejemplo.

–¿Cómo es la vida en un observatorio?

–Es emocionante. En el observatorio siempre hay un programa científico que desarrollar. Para estudiar objetos conocidos, aunque el comportamiento no sea impredecible, hace falta una rutina para su estudio. Bien sea tomando imágenes o tomando espectros. A veces, hay que estar a la espera de acontecimientos impredecibles. Por ejemplo, la creación de una supernova, que puede estar brillando solo algunas horas. Hay que saber llevar la constancia con la inmediatez.

–Usted ha contribuido con un trabajo reciente a arrojar luz sobre el fenómeno de los magneteras. El CSIC lo difundió luego en una nota de prensa que era, sin embargo, ininteligible para el ciudadano de a pie. ¿Necesitamos a otro Carl Sagan?

–Para divulgar, no estaría demás. Ha sido una figura valiosísima, que ha despertado muchas vocaciones científicas. Yo tengo muchos colegas que son astrofísicos porque se enamoraron del universo viendo Cosmos. De todas maneras, hay gente muy buena en España. Colegas científicos que han abandonado gran parte de la ciencia que hacían para enfocarse en la divulgación de la astronomía. Por ejemplo, mi compañero Emilio García.

–¿Es amigo de las analogías plásticas para explicar temas complejos?

–Hay que buscar comparaciones que puedan llegar a la gente, claro. En el caso del magnetar del que hemos hablado, el buscar la analogía con el imán de la nevera sirve para que se vea que ese imán es insignificante en comparación con el mayor campo magnético que se puede generar en la Tierra.

–Carl Sagan también advirtió de que vamos al desastre si todo depende de la ciencia, pero ésta se concibe de una manera en la que nadie la entiende y no se le ponen límites.

–La ciencia, si no se desarrolla siguiendo unas determinadas pautas de equidad, de beneficio global y de ética, puede ser perjudicial. Es inevitable pensar en la clonación de los seres humanos. Yo creo que debería haber unos mecanismos de control más estrictos. Pienso, por ejemplo, en las armas nucleares. O las vacunas contra el Covid-19. Está claro que se deberían liberalizar las patentes de estas vacunas para que lleguen a todos los países del mundo.

–¿El cielo es más poético que todo lo demás?

–Sin duda es una de las cosas más poéticas que existen. El que dos personas manifiesten su amor bajo las estrellas fue, es y será de las cosas más gratificantes que existen. Descubrir tu media naranja, descubrir el amor verdadero, es la gran belleza del ser humano. Cuántas personas han muerto por amor... Es como la fusión con el cosmos, lo que te da la conciencia cósmica. Y si todos tuviéramos esa conciencia cósmica el mundo sería un lugar mejor.


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