José Antonio Rodríguez Martín
Hasta no hace varias
décadas no se valoraron suficientemente los archivos de protocolos notariales
como fuente primaria de la Historia. Han sido los historiadores franceses los
primeros que han venido a demostrar que de ningún modo se puede menospreciar
este diverso e ingente venero de información, imprescindible para el análisis y
estudio de las edades Moderna y Contemporánea.
El personaje en torno
al cual gira todo este variado y complejo mundo de las relaciones comerciales y
humanas es el notario, antes conocido por el nombre de escribano. Es él quien
da fe, con su firma, de lo contenido en la escritura, pero además ofrece la
seguridad jurídica del acto en cuestión y el consejo que requiere el otorgante
en el complicado mundo del Derecho. Con su rúbrica se cierran acuerdos
comerciales, compromisos particulares, actas presenciales, decisiones
personales, dotaciones, testamentos, constituciones de compañías, convenios,
poderes y un largo etcétera de figuras jurídicas.
Pero ¿qué aportan y
qué interés tienen desde el punto de vista histórico esta clase de archivos?
Resumiendo diremos que en un archivo de protocolos se contiene la vida de
nuestros antepasados y gracias a sus documentos podemos conocer sus formas de
vivir, sus costumbres, la gestión de sus recursos económicos, cómo era la
sociedad de la época, la religiosidad, las relaciones humanas, delitos y penas,
las actitudes ante las enfermedades y la muerte, y hasta la evolución del
Derecho.
Para redactar este
libro hemos consultado miles de escrituras de la más diversa consideración. Los
fondos documentales históricos referentes a Alameda se encuentran mayoritariamente
en dos villas: Estepa y Archidona.
Contiene el archivo
estepeño casi ochocientos legajos, con escrituras públicas desde 1545 hasta
1890. También cuenta con las referentes a la Hacienda y Rentas del Marquesado.
Se custodian igualmente las correspondientes a La Roda (con fechas extremas
entre 1547-1841), Pedrera (1590-1837) y Herrera (1851-1890). Y ese hubiese sido
el destino de las de Alameda, pero debido al cambio de provincia y de partido
judicial, se hallan actualmente en Archidona, dependiente del Colegio Notarial
de Granada.
El Archivo de
Protocolos Notariales de Archidona se ubica en el antiguo edificio de las
Escuelas Pías, de propiedad municipal, que hasta no hace muchos años era
también sede de la Biblioteca Municipal. El estado de conservación general,
tanto del edificio como de los legajos, es muy bueno.
El primer notario de
Alameda fue D. Juan Fernando Ximénez, nombrado por la marquesa de Estepa en
1798, pues eran los señores los que tenían facultad para ello, previo pago a la
hacienda del señorío de cuarenta ducados anuales. Antes de ese año los alamedanos
estaban obligados a desplazarse a otros pueblos y villas cercanos para poder
protocolizar.
A D. Juan Fernando le
sustituyó D. Jerónimo Orellana, que actuó entre los años 1828 a 1855. A su
muerte, hubo un periodo de nueve años en los que no hubo escribano. Tras él fue
nombrado, el 29 de noviembre de 1864, D. Francisco de Paula Romero Rodríguez,
que se mantuvo en Alameda hasta el año 1878. Y, finalmente, ocupó el cargo de
notario D. José Jiménez Lanzas, que lo hizo entre los años 1880 hasta 1889.
Por Real Orden de 2 de
junio de 1889 la notaría de Alameda se suprimió
y se creó la de Cuevas Bajas, regentada por D. Salvador Artacho Pino, a
cuya custodia se asignaron las escrituras de Alameda. Ya en el siglo XX, se
constata oficina notarial durante la República y, de manera intermitente, en
las décadas de los 40, 50 y hasta nuestros días.
Aunque el título del
libro deja claro cuál es el contenido del mismo, señalamos que hemos agrupado
las “curiosidades” por temáticas afines en distintos capítulos. Así, nos
encontraremos con cuestiones relacionadas con la economía (compraventas,
arrendamientos, convenios…), otras que tienen que ver con las relaciones
humanas (dotes, donaciones, testamentos, enfermedades y pobreza, delincuencia…)
y otro grupo afín con las particularidades propias del pueblo y su devenir
histórico (posadas, mesones, huertas, molinos, aceñas, hornos, creación y
formación de calles, etc.).
Curiosidades de Alameda no es un libro específicamente de Historia, aunque
sus páginas rezuman acontecimientos acaecidos desde el siglo XVI hasta el XIX,
pero contados desde el punto de vista de lo ocurrido a las personas, no de
hechos generales. En los archivos de protocolos se refleja la vida cotidiana de
la gente, sus afanes, sus trabajos, su religiosidad, las costumbres, los
delitos, algunos personajes significativos… en definitiva, la evolución de un
pueblo.
El autor quiere dar
las gracias a D. Emilio Onorato Gutiérrez y a D.ª Soledad Nuevo Ábalos por su
amabilidad a la hora de consultar los fondos de los archivos de Estepa y
Archidona, respectivamente.
El libro se presentó
el pasado 26 de abril en Alameda y el 8 de mayo en la Real Academia de Nobles
artes de Antequera, de la que su autor es académico correspondiente.
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