miércoles, 23 de abril de 2025

27.ª Feria del Libro. Archidona. El Bibliobús, para que nadie se quede sin Biblioteca

El blues del bibliobús

Juan Antonio Tirado

En aquel tiempo remoto, yo vivía en el Cortijo Nuevo, a casi dos kilómetros de la Estación de Archidona. Hablo de la época del bachillerato en el Instituto Luis Barahona de Soto. Los veranos eran largos y las horas pasaban lentas, no al ritmo impetuoso con que discurren ahora. En mi biblioteca solo tenía unos pocos libros. Hasta que a los catorce años compré El Buscón de Francisco de Quevedo, lectura obligatoria de clase, no entró el primer volumen en casa, pero en seguida me enamoré de la letra impresa, me di cuenta de que mi vida tenía que estar tocada por la gracia libresca, aunque esa expresión es de ahora y no de aquel tiempo en que estaba poseído por la fascinación de la literatura, sin buscarle más pies retóricos al gato.

Fue por entonces cuando empezó a llegar a la Estación un autobús repleto de libros, una verdadera isla del tesoro, un sueño para mí y para mi primo Juan Ramón, cinco años más joven, y para otros paisanos. El artefacto se llamaba bibliobús, era una biblioteca con ruedas. No imaginaba yo que existían cacharros con esa mercancía, pues el único autobús que llegaba invariablemente de lunes a viernes era el coche correo, que conducía Ricardo, el cartero, que aparte de las comunicaciones postales transportaba a quienes habían ido esa mañana a Archidona.

Autora del cartel: Rocío González Tirado.

El bibliobús llegaba por la tarde, me parece que, en martes alternos, y ese era un día señalado para mí, de manera que entregaba los libros ya leídos y sacaba otros dos, creo recordar que solo se podían coger dos, por lo que procuraba que fueran voluminosos. En alguno de los veranos me dediqué a leer en exclusiva teatro, con lo cual me hice una buena cultura dramática. Cada tomo traía cinco o seis obras de un autor, y yo leí por aquellos días a Buero Vallejo y a Sastre, a Lorca y a Valle, a Mihura y a Jardiel, a Arrabal y a Alfonso Paso… sobre todo autores españoles del siglo XX, aunque también los grandes clásicos como Shakespeare, Calderón y Lope. Lo que más me gustaba era entrar en el autobús y perderme por entre los estantes. El tiempo era limitado, con lo cual esa excursión tenía que hacerla sin demorarme demasiado. En todo caso, ese trastear entre las hileras de libros, en busca de sorpresas, era maravilloso. No he perdido la afición, aunque el tiempo va limando el entusiasmo, pero cada vez que entro en una librería lo hago con la expectativa de descubrir una joya entre todos los libros alineados en la mesa de novedades.

La edad del bibliobús, fue la de la adolescencia y la arborescencia de las ilusiones. El mundo estaba por estrenar, los sueños por cumplir. Yo había querido desde la infancia que llaman tierna ser periodista, y también escritor, sin saber cómo se cocinaba una noticia, sin tener ninguna historia que contar. Yo quería que mi voz resonara en el ancho mundo, bien con la cadencia de la letra impresa, bien a través de la radio y la televisión. Para entonces, apenas había leído las páginas del AS Color, donde seguía apasionadamente los triunfos y las derrotas de mi equipo, el Atlético de Madrid. Pero la infancia quedaba atrás y la altura de los 16 años  era ya un lector fogoso, al que el bibliobús colmó de alegría. Fueron unos veranos febriles, que ahora evoco mientras recuerdo con emoción y gratitud a mi tocayo Peláez, volcánico, torrencial, rebosante de lecturas, fervoroso capitán de la amistad. Era algo mayor que yo, y me llevaba muchas leguas de ventaja en los menesteres literarios. Era el intelectual orgánico de la Estación. El cáncer, enemigo mortal, se lo llevó hace un par de años. Este paseo por el tiempo del bibliobús me lo trae a la memoria.


Juan Antonio Tirado (Archidona, Málaga, 1961) empezó a escribir en los periódicos antes de cumplir la mayoría de edad, y no ha parado, aunque ha desarrollado buena parte de su actividad profesional en la radio y la televisión.

Es licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense y ha cursado estudios de Sociología.

En 1986 ingresó en Radio Cadena Española en Valladolid, de donde pasó a Radio Exterior de España y a los informativos de fin de semana de Radio Nacional.

Desde 1998 formó parte de la plantilla de Informe Semanal, el clásico de TVE que en marzo de 2023 cumplió medio siglo.

Allí ha realizado cientos de reportajes y ha obtenido diversos premios.

Es autor de los libros Lo tuyo no tiene nombre, Las noticias en el espejo, Siete caras de la Transición y El taxista que no leía a Luis Rosales.

domingo, 13 de abril de 2025

Felicitaciones

Isabel Nuevo Torres, voz y alma del pregón de la Semana Santa Archidonesa

Desde el blog de Rayya, queremos rendir homenaje y mostrar nuestra más sincera enhorabuena a nuestra compañera Isabel Nuevo Torres, quien el pasado fin de semana ofreció un pregón de la Semana Santa que quedará grabado en la memoria de todos los cofrades archidoneses.

Miembro del Consejo de Redacción de Rayya y colaboradora habitual —con dos artículos que llevan su sello personal y comprometido—, Isabel ha demostrado una vez más su entrega y generosidad, siempre dispuesta a colaborar en todo lo que se le solicita. Esta vez, su voz se alzó desde el atril como eco de fe, devoción y profundo conocimiento de nuestras tradiciones.

Su extenso y sentido pregón no dejó ningún rincón ni cofradía sin mencionar. Con palabra certera y corazón abierto, Isabel supo trazar un recorrido espiritual por cada hermandad, deteniéndose en cada paso, en cada imagen, en cada momento de la Pasión que Archidona revive cada primavera.

Especial mención merecen sus emotivas palabras hacia la Virgen de Gracia, patrona de todos los archidoneses, en las que no sólo mostró su devoción, sino también un firme apoyo al proceso de su coronación canónica. Su voz se convirtió entonces en clamor del pueblo, en oración compartida.

Conocer a Isabel es entender que su pregón no fue otra cosa que una prolongación natural de su vocación como guía turística de nuestra ciudad: ella lleva a Archidona en la palabra, en la mirada y en el alma. Y así lo transmitió en cada verso, en cada evocación, en cada silencio lleno de emoción.

Desde Rayya, gracias Isabel por recordarnos, con tanto arte y verdad, por qué la Semana Santa archidonesa es reflejo de nuestra identidad y de nuestra fe compartida.

Foto: Alejandro Sánchez del Olmo.

jueves, 10 de abril de 2025

Crónica de un proceso de Beatificación


En los albores del siglo XIX, en una España convulsa e influida por los ideales surgidos con el nacimiento de las democracias censitarias y el ocaso de las monarquías absolutas, la Revolución francesa y la posterior era napoleónica ayudarían a expandir las ideas republicanas y liberales durante el reinado de Fernando VII, llamado «el Deseado» y «el rey Felón»​; en una España un tanto rezagada respecto a la revolución industrial naciente e inmersa aún en una economía fundamentalmente agrícola, surge en Archidona una figura de especial relevancia espiritual.

Esta ciudad no queda al margen de los acontecimientos y líneas futuras que ya se dibujan en quienes sueñan con ser europeos.  En el último año del siglo anterior, en agosto, y tras un largo e intenso proceso de crecimiento y discernimiento espiritual, ingresa en un rincón de paz, serenidad y quietud, como es el Monasterio de Monjas Mínimas, Madre María del Socorro Astorga Liceras, quien, tras muchos sufrimientos por varios procesos patológicos de  cierta gravedad, decide y logra formar parte de dicha comunidad y allí encuentra el camino para desarrollar su labor social, espiritual, de perfección y talante vocacional enfocado hacia un hondo misticismo que, analizado en profundidad, entronca con lo más granado de la mística del siglo XVI en España.

Viéndose abocada, por solicitud de su confesor, a escribir un diario de su sentir espiritual, encontramos numerosos escritos donde expone este sentir, vivir y deseo de fundirse en un todo con su amado el Altísimo. Escritos que, por diferentes circunstancias, han sido celosamente guardados y protegidos por las monjas del monasterio pasando como legado reverencial y esperando el momento de salir a la luz para el conocimiento, uso y dirección espiritual de muchos.

Es en estos tiempos cuando ha llegado ese momento largamente esperado y deseado por las hermanas mínimas y por numerosos devotos que la veneran, cuyos restos reposan en la cripta del monasterio y son objeto de visitas diarias por todos ellos. Una monja archidonesa que murió en olor de santidad y a la que, al fin, se le ha iniciado el proceso de beatificación, habiendo pasado ya la parte diocesana y encontrándose en fase vaticana como final de tan ansiado día en que podamos ver cómo es declarada beata.

Por ello, en el aniversario de su muerte, el pasado 31 de marzo de este año, se unieron el trabajo y la colaboración de la comunidad de monjas del monasterio y el grupo de Amigos de Madre María del Socorro para difundir aún más su figura, espiritualidad y legado que nos dejó, escritos que podemos encontrar en dos libros editados y a la venta tanto en el torno de monasterio como en su página web.


Fue el día 30 cuando se realizó un acto donde se mostraban textos adaptados de Madre María del Socorro y musicalizados por el coro de monjas, cancionero que podemos encontrar en el CD editado con la interpretación magistral de los mismos por el citado coro, e interpretado ese día junto a la rapsodia de las estrofas; mostrando un camino espiritual y cuaresmal, como base y horizonte hacia Dios, de la espiritualidad mínima.

Posteriormente, el día 31 se ofició una Eucaristía, como culmen de la celebración de este aniversario de la subida al cielo de la madre, y una convivencia fraterna, donde pudimos degustar las delicias de dulces de cuaresma que la comunidad elabora y vende a través del torno del convento y son base de su sustento.


Sea esta reseña una invitación a conocer a tan insigne figura, descubrir una mística archidonesa aún por ver la luz y ser objeto de estudios que nos clarifiquen el camino de perfección que tanto ansiaba y al que nos invita desde lo más profundo de su ser.


Autor: Andrés Ramos Ayala

Imágenes: Enrique Sánchez Lafuente