En
los albores del siglo XIX, en una España convulsa e influida por los ideales
surgidos con el nacimiento de las democracias censitarias y el ocaso de las
monarquías absolutas, la Revolución francesa y la posterior era napoleónica
ayudarían a expandir las ideas republicanas y liberales durante el reinado de
Fernando VII, llamado «el Deseado» y «el rey Felón»; en una España un tanto
rezagada respecto a la revolución industrial naciente e inmersa aún en una
economía fundamentalmente agrícola, surge en Archidona una figura de especial
relevancia espiritual.
Esta ciudad no queda al margen de
los acontecimientos y líneas futuras que ya se dibujan en quienes sueñan con
ser europeos. En el último año del siglo
anterior, en agosto, y tras un largo e intenso proceso de crecimiento y
discernimiento espiritual, ingresa en un rincón de paz, serenidad y quietud,
como es el Monasterio de Monjas Mínimas, Madre María del Socorro Astorga
Liceras, quien, tras muchos sufrimientos por varios procesos patológicos
de cierta gravedad, decide y logra
formar parte de dicha comunidad y allí encuentra el camino para desarrollar su
labor social, espiritual, de perfección y talante vocacional enfocado hacia un hondo
misticismo que, analizado en profundidad, entronca con lo más granado de la
mística del siglo XVI en España.
Viéndose abocada, por solicitud de
su confesor, a escribir un diario de su sentir espiritual, encontramos
numerosos escritos donde expone este sentir, vivir y deseo de fundirse en un
todo con su amado el Altísimo. Escritos que, por diferentes circunstancias, han
sido celosamente guardados y protegidos por las monjas del monasterio pasando
como legado reverencial y esperando el momento de salir a la luz para el
conocimiento, uso y dirección espiritual de muchos.
Es en estos tiempos cuando ha
llegado ese momento largamente esperado y deseado por las hermanas mínimas y
por numerosos devotos que la veneran, cuyos restos reposan en la cripta del
monasterio y son objeto de visitas diarias por todos ellos. Una monja
archidonesa que murió en olor de santidad y a la que, al fin, se le ha iniciado
el proceso de beatificación, habiendo pasado ya la parte diocesana y
encontrándose en fase vaticana como final de tan ansiado día en que podamos ver
cómo es declarada beata.
Por ello, en el aniversario de su
muerte, el pasado 31 de marzo de este año, se unieron el trabajo y la
colaboración de la comunidad de monjas del monasterio y el grupo de Amigos de
Madre María del Socorro para difundir aún más su figura, espiritualidad y
legado que nos dejó, escritos que podemos encontrar en dos libros editados y a
la venta tanto en el torno de monasterio como en su página web.
Posteriormente, el día 31 se ofició
una Eucaristía, como culmen de la celebración de este aniversario de la subida
al cielo de la madre, y una convivencia fraterna, donde pudimos degustar las
delicias de dulces de cuaresma que la comunidad elabora y vende a través del
torno del convento y son base de su sustento.
Autor: Andrés Ramos Ayala
Imágenes: Enrique Sánchez Lafuente
No hay comentarios:
Publicar un comentario